30/06/2014
Dicen del nuevo rey (Felipe VI “el breve”) que encarna la estabilidad, que es seña de
identidad de la institución monárquica.
Y desde Izquierda Unida nos preguntamos ¿Y el pueblo qué opina? ¿No dice
la Constitución
que la soberanía nacional reside en el pueblo español?
Pues NADA el pueblo
español no puede decir nada, porque parece ser que ya no somos los ciudadanos
en los que reside la soberanía nacional somos simples súbditos, al menos es lo
que se ve tras la aprobación de la
abdicación en el actual Jefe del Estado. Una vez más, proclamando a espaldas
del pueblo. No nos cabe otro apelativo más que de maniobra palaciega sustentada
por el bipartidismo de nuestro país. Sin duda nos han hecho creer que es una
regeneración del sistema y nada mas lejos de la realidad, la sucesión por la
línea de consanguinidad no tiene nada que ver con la regeneración, tal vez todo
lo contrario; es sangre nueva para una dinastía decrépita.
Los partidos que han
sustentado la monarquía han roto el pacto constitucional de 1978. Los derechos
pactados en la Transición,
incorporados en la Carta
Magna, se violan masivamente un día sí y otro también. La
lealtad que se proclama a la
Constitución española se demuestra no modificándola, sino
cumpliendo los derechos sociales, laborales y civiles consagrados en la propia
Constitución.
Se desahucia a la gente sin piedad de sus
casas, el derecho al trabajo se sustituye por el exilio laboral de miles de
jóvenes, la seguridad de tener una pensión futura se aleja cada vez más de más
gente, la ayuda a los desempleados se recorta sin contemplaciones, crece como
nunca la desigualdad social, la
corrupción se generaliza y llega a las propias instituciones del Estado,
incluida la Familia
Real. El conflicto territorial se agudiza y no se resuelve.
Eso sí, cuando se
trata de reformar la
Constitución, tan sagrada para unas cosas, no hay ningún
problema en hacerlo en dos tardes para asegurar a los bancos y a los mercados que
no se preocupen, que tendrán su dinero pase lo que pase. Aunque aumente la
pobreza y el deterioro social, ellos siempre tendrán el dinero a punto, tal y
como se hizo cuando se reformó el artículo 135 de la Constitución española
El 70% de los
ciudadanos y ciudadanas de este país no ha votado la Constitución. Defendemos por tantto que
los ciudadanos y ciudadanas de este país decidan libre y conscientemente cuál
debe ser su futuro. Hablamos, pues, hoy de monarquía o república, pero sobre
todo hablamos de monarquía o democracia, el derecho de sangre o la urna, que el
pueblo pueda votar con libertad en referéndum, independientemente de los
sentimientos, el pensamiento, la ideología que tengamos cada uno y cada una en
nuestro país. La república es una forma de Estado, independientemente de lo que
cada uno pensemos, pero queremos que la democracia llegue y que lo haga por la
vía de la urna en la elección de la
Jefatura del Estado.
No encontramos ninguna
justificación para que se impida a los españoles expresar su opinión y su
criterio sobre este punto y, para ello, ni siquiera es necesario reformar la Constitución. No
sería el primer referéndum que se hace. Recordarán el realizado sobre la
permanencia en la OTAN,
en 1986, o el más reciente sobre la Constitución europea, en febrero de 2004. Para
eso está el artículo 92 de la
Carta Magna, que también dice literalmente que las decisiones
políticas de especial trascendencia -esta debe ser una decisión política de
especial trascendencia, ¿sí o no?- podrán ser sometidas a referéndum consultivo
de todos los ciudadanos si se quiere; o sea que sí se puede, pero no se quiere.
No
se puede esperar más, no se puede negar
al pueblo español su derecho a decidir qué forma de Estado quiere. No se le
puede silenciar amparándose en cuestiones que ya pertenecen al pasado. Estamos
convencidos de que la democracia no puede reducirse a votar cada cuatro años y
de que el hecho de depositar el voto en una urna no da patente de corso a
ningún gobierno, a ninguno, para hacer lo que le venga en gana y, sobre todo,
lo contrario a lo que se promete.
En muchas de las
reivindicaciones en las calles, se grita “ Este país ya no aguanta mas” y es
que es la hora de la ‘Democracia’ con mayúsculas, porque cuando en las calles
se reclama más democracia no se puede pretender perpetuar un sistema que impide
al pueblo que pueda decidir sobre su futuro, sobre algo tan fundamental como la
forma de Estado. Dicen el bipartidismo y la monarquía que dejar que hable el
pueblo es negativo para la estabilidad, pero nos hacemos una pregunta:
¿estabilidad para quién? Entérense de que el pueblo español ya está en una
situación de inestabilidad, de emergencia social. Con seis millones de parados,
con decenas de miles de familias perdiendo sus casas y con otras decenas de
miles de familias amenazadas por el hambre y la desesperanza no cabe hablar de
estabilidad. ¿Estabilidad para quién? ¿Para las grandes empresas y las grandes
fortunas, que se han enriquecido con la gestión bipartidista de esta crisis?
¿Estabilidad para la Bolsa
y el Ibex 35.
La estabilidad es
acabar con las desigualdades, con el paro, con la corrupción que carcome
nuestras instituciones. La estabilidad está en alumbrar un nuevo sistema
político y social; la estabilidad es la democracia con mayúsculas
¿Por qué este Gobierno
no quiere que el pueblo exprese libremente su opinión? ¿Qué miedo tienen a
cumplir lo que dice la
Constitución española, esa que siempre tienen en la boca los
más patriotas del país, pero que tampoco se preocupan de hacerla cumplir cuando
hablamos de derechos como el del trabajo o la vivienda? Para eso hay menos
prisas. Reducir el paro y frenar los desahucios no está entre las prioridades
de este sistema. Eso lo sabe toda la ciudadanía.
Es para nosotros, los
hombres y mujeres de izquierda unida , prioritario y urgente reconocer a todas
esas personas que renunciaron a tantos
sueños y tantas convicciones en la Transición, hasta aceptar un monarca designado
inicialmente por el dictador, mucha gente que dio la vida, que marchó al exilio
por soñar con una república democrática.
Por esa historia y por todas esas renuncias en la Transición para que la
democracia saliera adelante, tenemos ahora toda la legitimidad del mundo para
exigir que se convoque un referéndum para que el pueblo decida su destino; un
destino que se está escribiendo con el sufrimiento de mucha gente. Porque esta
Cámara ha tomado demasiadas decisiones que no tienen nada que ver con lo que
quiere y necesita nuestro pueblo.
.