Gallardón, la Iglesia y la ley del aborto

(publicado en el mes de Mayo de la Revista Municipal)

Alberto Ruiz Gallardón, actual Ministro de Justicia, acaba de hacer pública la noticia de que tendremos una nueva regulación para el aborto. El anuncio coincide en tiempo con las soflamas de una parte importante de los poderes eclesiásticos en nuestro país. Así, el cardenal Rouco Varela, responsable último de la Conferencia Episcopal española, urgió el pasado 15 de abril al Gobierno a reformar la ley del aborto. Una vez más, la Iglesia española pretende adoctrinarnos sobre nuestro derecho a dilucidar sobre nuestro futuro y sobre aquellas materias, que siempre propensas al pecado, pueden llevarnos al infierno eterno. Estoy convencida de que este tipo de personas que dirigen la curia vaticana viven en otro mundo y que este tiempo no es el suyo.

Acabo precisamente de concluir con la lectura de un interesantísimo libro (lo recomiendo) que lleva por título "Las cartas secretas de Benedicto XVI". Se trata de una investigación del periodista Gianluigi Nuzzi en la cual se desvelan reproducciones de cartas originales y cables informáticos desde las diferentes nunciaturas apostólicas. Los abusos sexuales, la corrupción del banco vaticano, la homosexualidad no reconocida y las tramas más oscuras de una organización con más de 2.000 años de existencia quedan al descubierto en este imprescindible manuscrito.

Son precisamente estos actores los que promueven una interesada revisión del actual articulado de la ley del aborto. A mí personalmente me preocupa, y mucho, que se desconozca la realidad sobre la cual se pretende incidir. Las cifras actuales indican que más de un 60% de las mujeres que deciden abortar lo hacen por causas que no tienen un origen en la economía, en el trabajo o en su vida afectiva, así como que la cifra de mujeres comprendidas entre los 16 y 17 años no llega a suponer el 5% del total de mujeres que deciden llevar a cabo la interrupción del embarazo.

Se trata de incidir una vez más sobre el derecho a decidir de la mujer, lo cual supone de hecho una vuelta a la inseguridad jurídica y el renacer del ariete de un fundamentalismo religioso que creíamos superado.

No considero necesario reproducir, aunque sí recomiendo leer, la carta que la pediatra Elisa Fernández Cooke colgó en su muro de Facebook el verano de 2012. La facultativa muestra sus inquietudes sobre este respecto al Ministro de Justicia, a quien traslada la siguiente pregunta: ¿va usted a obligar a las mujeres a tener hijos con malformaciones graves para después abandonarles a su suerte sin ayudas económicas para la mayoría de estas personas?

La norma actual está basada en el respeto al derecho que tiene la mujer para decidir sobre su futuro y el de su naciente, representando así la cartografía legal de un derecho fundamental. No han sido pocas las ocasiones en las cuales los centros de interrupción del embarazo han sufrido los intolerables "escraches" por parte de algunos ciudadanos que, de manera intolerable, trasladaban su acoso a aquellas mujeres que habían tomado la decisión de interrumpir su embarazo.

Cada vez somos más las voces que de manera colectiva nos hemos atrevido a reivindicar la inalienabilidad de un derecho por el cual cientos de miles de mujeres llevamos luchando algo más de tres décadas, por una conquista que supuso el reconocimiento de una legitimidad legal.